(Ilustración de Jason Rainville)
Sincker sabía que había perdido. El ejército había sido derrotada en aquella guerra por las tierras de Oerinj. Pero sabía que su retirada tampoco serviría, así que decidió luchar hasta su último aliento, hasta su última gota de sangre. Todo estaba perdido, pero se llevaría por delante algunos orcos que tanto daño habían hecho a sus familiares y amigos. ¡POR HORET! Fue su último grito en la batalla. Fue el último grito humano en aquella batalla.
@aslogh
El cuadro de la batalla infundía terror, pero no se parecía en nada a su recuerdo. La pose altiva y desafiante fue más bien un agarrotamiento de los músculos, la mirada aterradora realmente era miedo contenido. Lo único verdadero era la sangre. Mucha sangre. Solo sangre y muerte.
@ElemaJosep
Hedía a sangre, orco y fuego. El corcel relinchaba al ritmo que galopaba su corazón. ¡Apartad! Debía alcanzar cuanto antes el castillo, debía averiguar qué acontecía tras los muros de la ciudad. No obstante, la invasión era poderosa como un fiero oleaje. ¿Podría atravesar tal marea de muerte? Su espada y su furia, y los enemigos abatidos, lo creían muy capaz.
@DanielADPerezD
"La bandera roja y dorada flameaba en su mano derecha, la espada brillaba en la izquierda. Así, el valeroso caballero acabó con la invasión de orcos y salvó a Torre Alada."
—Así termina el relato, niños.
—¿Eso es todo? ¿Qué pasó con los orcos?
—¿Y qué pasó con el caballero?
—¿Con el caballero? Fue condecorado por el rey, se le otorgaron títulos y tierras y su nombre se grabó en la eternidad. Se escribieron canciones sobre él y cuentos como el que acabo de leerles.
—¿Lo felicitaron? —musitó el niño. Los ojos abiertos de la sorpresa.
—Por supuesto.
—¿Cómo? ¿Por haber asesinado a miles de orcos? ¿Por haber generado pobreza y esclavitud? —El viejo se rascó la barba.
—Bueno, los orcos empezaron la guerra.
—Y el caballero dio comienzo a la decadencia social y moral —replicó el niño.
Hoghan, el gran héroe de las Grandes Guerras del sur.
Su presencia en el campo de batalla infundía terror a todo aquel capaz de blandir un arma, y las armaduras se quebraban como papel rasgado ante sus golpes.
No hallaría su perdición en el campo de batalla. No aquel día.
Comentarios
Publicar un comentario