Ir al contenido principal

Destacados

Crónicas de Midgard, Volumen 1, Libro 3, Capítulo 4 - ¡Rashem y Ayamis! ¿Existen o no?

I -... Y eso no es todo –Dijo Jiyande- hemos encontrado estatuas del Morganita Coral y otros tres soldados. Además de que la orden de Scrania está petrificada. Mondo y Lord Metin se miraron. Su mirada no pasó desapercibida a los ojos de Jiyande. -¿Qué es lo que saben y no nos están diciendo? ¡Hablen! -Coral era el orador de los soles. Estaba buscando algo, aunque no sé qué –Dijo Mondo. -Entonces el que mató al antiguo Orador, ¿fue él? Ya veo. Bueno, es un asunto interesante. Surtur entró en la sala. -Jiyande, tengo noticias y temo que no son agradables. -¿A qué te refieres? Si es por lo de Astinus y su dragón... -No, hemos revisado la biblioteca junto a los supervivientes que hemos logrado despetrificar. -¿Han dicho algo...? -Sí, ojos azules y pelo rubio. Es todo lo que llegaron a ver. -Mondo quédate aquí. Iré a ver a esos supervivientes. Mientras Lord Metin se iba, Surtur observaba su espada oscilar. Tomó una decisión. -Iré con él. Jiyande asintió. -¿Qué pueden querer de alguien que p

Crónicas de Midgard, Volumen 1, Libro 2, Capítulo 6 - ¡El retorno del rey dragón! ¡Jimba!!


I

 

 

Kait observaba a su interlocutor. No podía entender lo que escuchaba. Su otro yo estaba muerto y había renacido... ¡Ajá! ¿Acaso se podía volver de la muerte? Al parecer en ese mundo sí.

Por otro lado, aquel sujeto le contaba que conoció a su antepasado, Nimbluzz,al cual pertenecía el bastón que sostenía.

—Eres pariente de Nimbluzz, sino no podrías sostener ese bastón, apóyalo en la pared si gustas. No voy a comerte, al contrario de la araña.

La araña «bebé» estaba tirada en el suelo con uno de sus ocho estómagos reventado.

—¿Y que hace por aquí un humano? ¿Acaso eres de Midgard? —Kait solo lo miraba, no entendía bien que pasaba.

Decidió confiar en él. Le contó lo poco que recordaba, a su amigo difunto Ishtar, a Belén la alquimista que lo había ayudado en el castillo y había muerto para salvarlo, al clérigo evanescente Gerard quien lo había dejado solo en el momento que más lo necesitaba, la persecución de los Minotauros, el encuentro con su hermana Naara y su hermano Caleb; y la transformación de todos ellos.

—¿Así que deseas transformarte? Puede ser. Quizás... ¿Tu padre no te enseñó a hacerlo?

—Si me lo enseñó no lo recuerdo. Solo recuerdo mi entrenamiento en la torre de magia donde Josué perdió sus ojos y rompió el sello de Alessa.

—Mmm, ya veo. Así que «Los ojos» te salvó de su propio sello. ¡Que interesante! Bueno, quizás pueda ofrecerte una bebida tónica para el cerebro.

Astinus se puso en pie y comenzó a mezclar distintos componentes.

—En una época, cuando morí, renací aquí, junto a este árbol, fue entonces donde recordé una mezcla interesante. La llamo «Memeranto». Con ella recuperé la memoria de mis anteriores vidas y pude sobrevivir.

En unos instantes la poción estuvo lista. Astinus se la entregó y él sintió como el flujo de la vida lo recorría.

La memoria volvió. Josué era el Líder de la cofradía del puño de Odín. Su padre se lo había dicho mientras lo entregaba a Ishtar. Este lo había puesto a salvo en el poblado de Syrup. Lejos de los Morganitas o Morgania.

Sin embargo, el pueblo no lo aceptaba. Un sucio Morganita. Además había visto lo que era el hambre.

Observó a su lado al elfo, pero no quería lastimarlo. En el suelo estaba aquella bebé araña. No lo pensó dos veces. Se lanzó contra la araña y fue devorándola pieza a pieza.

La sangre saltaba y salpicaba a Astinus que lo miraba inquieto.

Kait recordó su transformación. Su arma, estela de dragón, no era solo un símbolo. Era su transformación.

Los ojos de Kait se encendieron en una tonalidad roja.

Astinus le aplicó una inyección. Les tomaría tiempo llegar a las fronteras de Kinian.

La ropa de Kait se destruyó completamente. Ahora era un dragón. Había suprimido su apariencia por mucho tiempo. Él era... ¡El rey dragón Jimba!

 

 

II

 

 

La biblioteca estaba en silencio. Regulus caminaba entre los libros examinándolos. Aquel dragón que azotaba las fronteras de Kinian debía ser él. De repente observó entre las bibliotecas a una sombra oscura. Estaba parada allí.

—¿Quién eres?

La sombra no contestaba ni se movía. Parecía pasar de él.

Regulus, hombre débil pero prevenido, tomó un rayo de su bastón que alumbró al elfo allí parado, duro como una estatua.

Al acercarse más se dio cuenta que estaba petrificado. Había sido convertido en piedra. ¿Qué le podría haber sucedido?

Alguien a su espalda se arrastraba. ¿Lagash? No podía ser. Lagash estaba lejos. Un momento. No, no podía ser ella.

«En este mundo todos renacen, incluso yo».

La voz lo dejo duro y lo invadió el miedo. No debía mirarla a los ojos si quería sobrevivir.

«¡Mírame! ¡Sé que aún me deseas!».

Era verdad, aun la deseaba. Aunque había pasado mucho tiempo.

—Quiero verte antes de morir —le dijo.

Regulus se dio vuelta y en segundos quedó convertido en piedra.

Solo aquel nombre inspiraba miedo... ¡Y justo ahora!

 

 

III

 

 

Lagash se aproximaba a la salida. Lo que le seguía era increíble de ver. Una tropa de soldados en cuero portando espadas filosas y verdaderamente cortantes. Eran altos. Y eran cientos.

—¡Hijos de Muspel! ¡Destruyan a Jimba y a los oscuros! Este mundo entrará en caos pronto.

Una paloma se presentó allí de golpe. Lagash tocó su cabeza y se sintió invadido por las imágenes enviadas por Josué. Tenían que recuperar el sello de Alessa y matar al equipo del nexo.

Cornelius observaba el sol poniente. Lagash se había ido a liberar a los hijos de Muspel y Astinus estaba ocupado liderando el ejército contra Jimba. ¿Cómo había resucitado? Ayamis y sus presagios no se equivocaban, entonces... ¡Maldita sea su sangre!

—Vanina, Kiara, deben huir. El desastre se aproxima. Deben ir a la montaña que nos indicó el Errante. Lucca, ven con nosotros.

Cornelius tomó un frasco de polvos evanescentes y los echó sobre ellos.

En un santiamén estuvieron en la montaña. Pero allí mismo los esperaba el equipo del nexo.

—Veo que han vuelto —dijo Gerard con una sonrisa demoniaca en su rostro—. Su mundo no es lo que parece. Sin embargo, ahora que Jimba volvió, los dejaremos libres. Sean felices y no vuelvan a entorpecer mis planes. Se los pido como clérigo apostata de Nitsurg y como el nigromante más famoso de todos los tiempos: Nimbluzz.

Cornelius quedó atónito ante la explicación, al igual que Lucca y las dos niñas, que se aferraban al viejo elfo.

—¿Tú? ¿Qué has hecho? Liberaste a Jimba, trajiste el Caos a nuestro mundo.

—¿Y pienso vengarme? ¿No les parece raro que haya traído a la vida a estos dos? Por suerte Gerard fue un buen nombre e Ishtar, que crió a uno de mis descendientes, no se dio cuenta de mi verdadera identidad. Y Caleb, fue un rey, lo que yo no pude ser. ¿Y tú debes ser Lucca? ¿Cierto? Sí, veo en ti un gran futuro. Sin embargo está historia no ha terminado. Jimba ha renacido. Los hijos de Muspel han vuelto... Sí Cornelius... fue votado... Mientras fantaseabas con recuperar tu corona de rey y unir los mundos bajo una misma bandera, yo miraba los soles y observaba, pensaba... ¿Acaso un segundo Ragnarok es posible?

—Maldito seas, Nimbluzz... (...Bluzz) —dijo Ishtar—. Nunca debí confiar en ti... (...En ti)

—Otra cosa, la cita entre «La reina roja» e «Ishtar» estaba programada por mí... Era la trampa que llevaría a Ishtar al castillo y a su muerte. Sin embargo aún no estoy completo, culpa de esa maldita Alquimista.

—¿Qué hiciste con la hija del Errante?

—¡Está muerta! —escupió Nimbluzz—. ¡Muerta! ¡Y nadie puede detenerme! ¡Ni siquiera la profecía de Ayamis! ¿Segundo Ragnarok? ¡Ja! ¿Crees que no supe sus planes? La mente de esa chica era muy fácil de leer —meneó la cabeza apesadumbrado—, fue débil, se enamoró del rey Jimba y después de destruir este mundo, iremos a Midgard... Y allí comenzará la lucha final.

 

 

IV

 

 

Un joven caminaba por el espeso bosque de Urld. Sabía su destino pues las Nornas se lo habían dicho. Su familia, los Metin, habían sobrevivido al primer Ragnarok esperando la vuelta del rey dragón Jimba.

Nadie puede evadir el futuro. Ni siquiera él. Aunque el mundo estuviera en riesgo, nada podía detener el curso de la historia.

Escuchó unos pasos detrás de él.

—Lord Metin, ¿Qué hace fuera de casa? ¿Acaso no sabe que el día del juicio final ha llegado?

El joven Metin observó el cielo.

—Fui a ver a las Nornas, sabes... Pensé que el destino podía evadirse, pero no creo tener aquel poder. El destino me ha sido indicado. El campo de batalla está delante de mí. Solo debo pelear y llevar al mundo nórdico por el camino correcto.

—¿Acaso, perdone mi incredulidad y falta ominosa de respeto, piensa llevar este mundo a su apogeo?

Metin miro a su interlocutor y luego al cielo.

«Las puertas de Helheim se abrirán y Hela entrará en Midgard reclamando lo que le pertenece. Y el mundo Nórdico lo sentirá en las raíces del Yggdrasil por segunda vez" citó el joven Metin.

—Mira, ya ha comenzado. El segundo Ragnarok.

El cielo de un intenso color anaranjado plomizo llovía con grandes bocanadas de fuego.

¡Jimba! ¡Esta vez no obtendrás la victoria!

Comentarios

Perfect World Online - Sword